Pedro Martino

Antes de asentarse en su restaurante homónimo, Pedro emprendió múltiples aventuras gastronómicas. Su primer restaurante lo abrió a las afueras de su Oviedo natal, El Cabroncín, donde ya apuntaba una maneras que se confirmarían con la apertura de L’Alezna (Caces), proyecto con el que consiguió una estrella Michelin. Al final, el proyecto no cuajó, antes la gente no se desplazaba fuera de las grandes ciudades, así pues volvió a Oviedo y abrió Naguar, con una oferta informal de platos y raciones. A finales de 2018 traslada Naguar a un hotel en primera línea de mar en Ribadesella. No cuajó y al final Martino se dedicó sólo a su catering.

Tuvo también presencia en Madrid como asesor del restaurante La Guisandera de Piñera y finalmente decide recuperar la casa en la que se alojó su primer restaurante para volver a probar suerte con el restaurante que lleva su propio nombre: Pedro Martino.